LAS JOYERIAS EGIPCIAS FORMAN PARTE DE LA ELEGANCIA


La joyería desempeñó un papel fundamental en la vida diaria y en las costumbres funerarias de los habitantes del país del Nilo. Los faraones y sus familiares, el clero, los nobles y todos aquellos que podían permitírselo adornaban su cuerpo con joyas, que sólo estaban al alcance de una minoría y constituían, por tanto, un símbolo de su elevada condición social.
Los egipcios crearon todo tipo de joyas, con las que se acicalaban de la cabeza a los pies: pulseras, brazaletes, anillos, collares, pectorales, cinturones, amuletos, tobilleras, coronas, diademas y pendientes. La arqueología ha demostrado que las joyas fueron utilizadas sin distinción por hombres y mujeres. Unos y otras apreciaban en igual medida los metales nobles, de manera especial el oro y las piedras preciosas y semipreciosas, por lo que los egipcios se vestían y embellecían con infinidad de joyas tanto en la vida cotidiana como en las grandes ocasiones.
¿Cómo se realizaban las joyas egipcias?
Muchas piezas se realizaron en plata, electro (una aleación de oro y plata), cobre y bronce, casi siempre complementadas con piedras preciosas o semipreciosas como cuarzo, turquesa, lapislázuli, cornalina, gemas, alabastro y amatista, y con vidrio coloreado. Pero en su gran mayoría se fabricaron de oro puro. Éste era el metal más apreciado por los egipcios, que le atribuían connotaciones divinas; una inscripción decía: "El oro es la carne de los dioses

¿Para qué se usaban las joyas egipcias?
Las joyas no constituían únicamente un adorno, sino que también tenían una función religiosa y protectora.
Podían adoptar la forma de múltiples divinidades, como Ptah, la diosa leona Sekhmet, el ureo (la cobra protectora de la realeza) y otros dioses como Anubis e Isis. También podían tener la forma de símbolos como el ojo udyat de Horus, el nudo tiet de Isis o el pilar djed de Osiris.

Se creía que las piedras preciosas o semipreciosas, como el lapislázuli y la turquesa, que se hallaban bajo la protección de Hathor, proporcionaban alegría y felicidad a quien las llevaba.
La función protectora de estas joyas trascendía la vida terrenal, pues se creía que mantenían a los difuntos alejados de cualquier peligro a la vez que les concedían fuerza y vigor para su existencia ultraterrena; el oro y la plata en particular, como metales nobles, conservaban el cuerpo para la eternidad.
Muchos de estos amuletos se colocaban entre las vendas de las momias, en el cuello, el torso y el corazón.


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